En el año 152 antes de Cristo, la ciudad
Numancia llegó a un acuerdo con el cónsul
romano Claudio Marcelo para detener (de momento) la guerra que les
enfrentaba. El Senado de la República recibiría una gran cantidad de dinero a
cambio de mantener la paz.
Este trato no gustó al sucesor de
Marcelo, Lucio
Licinio Lúculo. Perteneciente a una familia de origen plebeyo, Lúculo había
llegado a la península ibérica con ganas de hacer fortuna. La paz limitaba sus
posibilidades.
Sin aval del Senado, Lúculo cruzó el Tajo al mando de una
legión para exigir a la ciudad de Cauca (la actual Coca, en la provincia de
Segovia) el habitual tributo a Roma: grano, plata y el sagum celtíbero. Este tejido de lana estaba muy considerado, de
hecho los romanos no tardaron en adoptarlo para las famosas capas de sus
legiones.
Los ciudadanos de Cauca, quizá animados por el ejemplo de
Numancia, se negaron a pagar tributo alguno y se enfrentaron a Lúculo. Tras
años de combatir contra los celtíberos, los romanos habían aprendido algunas
cosas de sus enemigos, como usar una aleación de hierro carbonizado (es decir,
acero) para forjar sus espadas. La legión de Lúculo venció en el campo de
batalla y los antiguos caucenses se guarecieron tras las murallas de su ciudad.
Lúculo no quería comenzar ningún asedio,
Numancia ya había demostrado lo hábiles que eran los celtíberos para burlarlos.
Ansioso por hacerse con las grandes riquezas que sospechaba que acumulaba
Cauca, el cónsul se dispuso a negociar. Lúculo prometió piedad a sus enemigos
si la ciudad entregaba el oportuno tributo y permitía un destacamento
romano permanente dentro de la sus murallas. Los celtíberos, sabedores de que
su ciudad no era tan defendible como Numancia, aceptaron el trato.
En el año 151 a.C., la ciudad celtíbera
de Cauca abrió sus puertas a Roma bajo falsas promesas de misericordia y Lucio
Licinio Lúculo masacró a sus habitantes. Para el historiador Apiano, narrador
de las guerras celtíberas, esta acción cubrió “de infamia el nombre de Roma”.
Alrededor de 20000 personas murieron, la mayoría hombres en edad de combatir.
Lúculo continuó su sanguinaria expedición
saqueando Intercatia con procedimientos similares. Sin embargo, al llegar a
Palantia (la actual Palencia) fue derrotado. Pese al escándalo, no fue juzgado
por el Senado de Roma quién le mantuvo en Hispania como procónsul. Tiempo más
tarde se unió al no menos cruel Sulpicio Galba para combatir a Viriato y los
pueblos lusos.
Ciento veintiún años después, tras vencer
a los últimos resistentes cántabros, el emperador Augusto ratificó que Hispania al completo había sido. A pesar de los esfuerzos de algunos historiadores
actuales por no creerlo, toda la península ibérica fue romanizada.
Respecto a Cauca, sólo a partir del 134
a. C., y ya bajo el mando de Escipión, la ciudad comenzó a repoblarse, aunque
fue nuevamente arrasada en las Guerras Sertorianas. Curiosamente, Teodosio el
Grande, el emperador que dividió el Imperio Romano condenándolo a su desplome,
nació en Cauca.