viernes, 27 de julio de 2012

High Noon



Se cumplen 60 años del estreno de Solo ante el peligro (esta vez, mucho mejor su título en castellano, el original es High Noon traducible como “a mediodía”; el título en América Latina tampoco está mal, A la hora señalada). La película es una metáfora poco disimulada sobre el estado moral de Hollywood durante el macarthismo. Su guionista, Carl Foreman, fue incluido en la lista negra de los estudios por negarse a dar información en el Comité de Actividades Antiamericanas. Gary Cooper, que la protagoniza, también declaró en el comité y, aunque tampoco delató a nadie, salió mucho mejor parado (ganó un oscar por interpretar al sheriff Kane).

La película de Fred Zinneman es mucho más que una magnífica alegoría, es también un maravilloso experimento cinematográfico: la trama se desarrolla a tiempo real. Su historia es sencilla y, por tanto, extraordinaria. En un pueblecito del oeste, unos bandidos pretenden matar al sheriff por haber encerrado a su jefe unos años antes. Mientras estos esperan a que el villano, ya libre, llegue en el tren de mediodía, el pobre sheriff recorre el pueblo pidiendo ayuda a sus vecinos. Los más amables le aconsejan que se vaya del pueblo, lo demás lo mandan directamente a paseo. Al final, el sheriff mata a los bandidos y a su jefe con la ayuda de su joven esposa cuáquera, que ha renunciado a sus convicciones pacifistas por amor.

El argumento, que mostraba por primera vez a un héroe muerto de miedo, fue muy criticado por Howard Hawks y John Wayne (este último, íntimo de Gary Cooper, pensó que habían engañado a su amigo para que la protagonizara). Hawks y Wayne, paradigmas del virilismo, consideraron humillante ver a una figura tan emblemática como un sheriff americano mendigando ayuda para matar a los malos y que, para más inri, su mujercita fuera la que al final le salvara. Para contrarrestar, filmaron Río Bravo, otro clásico del género. En esta, el sheriff (Wayne) se ve asediado en su propia oficina por la banda de un malvado ranchero que quiere liberar a su hermano encerrado en el calabozo. Para resistir el cerco, cuenta con la ayuda espontánea de un viejo cojo, el borracho del pueblo, uno que canta y Angie Dickinson. La película le salió tan bien que Howard Hawks se plagió a si mismo unos años después en El Dorado. Nada censurable, Hitchcock decía que el estilo era copiarse a uno mismo.

El combate entre Solo ante el peligro y Río Bravo/El Dorado es tremendamente desigual. Mientras que el frágil Gary Cooper debe pelear completamente sólo, al machote de John Wayne, que podría sin problemas con toda una reserva india, le salen aliados de debajo de las piedras. Además en Río Bravo tienen dinamita, Cooper sólo cuenta como apoyo logístico con la manicura de Grace Nelly y la mirada anfibia de Katy Jurado.

Las tres películas son maravillosas. Sólo ante el peligro es una clase magistral de suspense in crescendo y un retrato feroz de una colectividad impresentable. Río Bravo tiene unos primeros minutos sin diálogos magistrales. En El Dorado salen, además de Wayne, Robert Mitchum y James Caan, pero ninguno canta.