lunes, 22 de octubre de 2012

Lo Imposible



El día de la madre debe ser la fecha más señalada en la casa de Juan Antonio Bayona. Si en El Orfanato Belén Rueda encarnaba a una mujer que atravesaba límites imposibles para recuperar a su hijo desaparecido, en la nueva película del director catalán, es un niño el que debe salvaguardar a la autora de sus días en medio del devastador maremoto que sacudió el sudeste asiático a finales de 2004.

La Madre como ángel custodio o tesoro al que custodiar, parece ser una de las principales constantes del director. El otro tema recurrente, que se solapa a la perfección con la figura materna, es la infancia.

Bayona comenzó su andadura cinematográfica con dos estupendos cortometrajes centrados en la edad más entrañable (y fugaz) del ser humano. En Mis Vacaciones (parte 1 y 2), el cineasta imprimía al viaje lisérgico de su niño protagonista, la educación pop de su propia niñez.  En su siguiente obra, la divertida y melancólica El Hombre Esponja (parte 1 y 2), la infancia se ve interrumpida por una temprana madurez; una perturbación igual de irreversible que en El Orfanato y Lo Imposible, aunque por supuesto mucho menos brutal.

La infancia de Bayona es la infancia de los 80, la infancia Amblin producida por Spielberg y filmada por directores como Robert Zemeckis. Ambos referentes a la hora de acercarse a la desgarradora historia de la familia de María Belón, convenientemente publicitada por Mediaset.

Lo Imposible es una obra que posee todas las características del blockbuster americano, incluida una factura técnica intachable, un desorbitado presupuesto (al menos para estas latitudes) y una historia más grande que la vida. Un producto genuinamente mainstream, tanto en continente como en contenido, encaminado a una audiencia global (atrás quedan los días en que Antonio Resines nos animaba a ver historias más nuestras).

Bayona conoce muy bien el terreno por el que se mueve y narra con maestría la odisea de la familia protagonista. El astuto guión de Sergio G. Sánchez está diseñado para agotar kleenex, y lo consigue. Cualquier forma narrativa conlleva algún tipo de manipulación emocional y rechazarla como tal se antoja imprudente. Muchos de los que han criticado lo melodramático de esta propuesta ensalzaron en su día Mar Adentro al más alto pedestal del cine patrio, pese a que Amenábar usó en aquella los mismos mecanismos que articulan en esta Bayona y Sánchez.

Sin embargo, algún pasaje de Lo Imposible avanza con lentitud y la música de Fernando Velázquez recuerda demasiado a la que compuso Michael Giacchino para la serie Perdidos. Sorprende también que, pese ser una película de catástrofes, no haya ningún personaje antipático (quizá sólo ese matrimonio que raciona con avaricia la batería de su móvil).

Lo mejor, la durísima recreación de la tragedia durante la primera parte y el trabajo de Naomi Watts y Ewan Macgregor, ambos aportando su carisma y habitual solvencia. También sale Marta Etura, que como Jorge Sanz en sus buenos años, parece haberse convertido en un elemento indispensable en cualquier filme español.